Lo primero que se puede hacer en este camino de sanación es aceptar que existe un motivo real para la tristeza. Esos posibles motivos tienen algo en común: tu cuerpo tiene que asumir un cambio.
1.- Ante el inicio de un duelo: Es posible que hayas perdido a alguien que ya nunca estará o que si está, ocupará otro papel en tu vida. Es el caso en el que se terminan relaciones sentimentales, laborales o de amistad. También se produce un duelo cuando dejas la función de ser madre/padre porque tus hijos se hacen mayores y ya no requieren que les cuides.
2.- Como respuesta a un duelo retenido no resuelto: Quizás viviste en el pasado un momento de dolor intenso que no te permitiste experimentar y ahora brota. Un dolor tan pasado que incluso puede ser un deseo de tu madre de haberte querido abortar.
3.- Como resultado de una situación en la que te sientes atrapad@: Quizás un trabajo que te desagrada o te estresa, una relación en la que no eres feliz o un hijo que, en parte, te arrepientes de haber tenido. En muchos casos, no sabes cómo salir o puede que ni siquiera te lo plantees porque asumes que es tu deber permanecer ahí.
4.- Por sentir que no eres aceptado tal y como eres por tu entorno más cercano. Para adaptarte, te creas un personaje adecuado a cada circunstancia. Por ejemplo, aprendo que tengo que estar paralizado para no molestar y que me quieran. Puede que crea que mi opinión no importa, que sólo digo tonterías, que seguro que me equivoco así que es mejor no hacer, que no voy a gustar,… Si no te sientes aceptado, difícilmente puedes sentirte amado y vivir con la sensación de no amor es un gran autocastigo.
Deja una respuesta