El mayor acto de generosidad que puedes hacer por el mundo es dejar de hacer lo que no te apetece en absoluto.
Y ya sé lo que estás pensando. La lista es tan larga: Madrugar, el trabajo, los niños, la pareja, mi madre, el perro, la hipoteca,… y un largo etcétera. Por lo tanto, tu lógica te dice: «No es tan sencillo». Y te preguntarás: «¿Qué hago entonces?». E inconscientemente te responderás: «Lo habitual». Es decir: “NADA”.
STOP. Empieza a pensar y a usar tu creatividad, que digo yo, que para algo nos han puesto en el cerebro tantas neuronas. ¿Qué puedes cambiar? ¿Qué es realmente obligatorio y qué no es lo tanto? ¿Qué ocurriría si dejaras de hacerlo? ¿Eres capaz de asumir las consecuencias? ¿O qué acciones tienes que llevar a cabo para modificarlo? ¿Cómo crees te sentirías si hicieras a cada rato lo que realmente te apeteciera? ¿Y cómo crees que sería el mundo si corazones amorosos hicieran siempre lo que quisieran?
Tu vida la diriges tú siempre que te atrevas a tomar decisiones. Pero si a tu cerebro le dices simplemente que no es posible, nunca se pondrá a buscar alternativas para transformarlo. Incluso puedes pedir ayuda para generar opciones. Una lluvia de ideas entre los amig@s puede alejarte de lo que te frustra. Tu cabeza ideará pensamientos conforme a dónde pongas el foco, según cuál sea el objetivo principal.
No compensa que llegues a casa cabread@, después de un día que nada tiene que ver con uno agradable, y que lo pagues con tus hijos o con tu pareja que nada tuvieron que ver con la historia.
Estamos tan acostumbrados a ponernos en la mecánica de “tengo que” que nos hemos olvidado de cómo se elegía “deseo hacer”.
¿Por qué? Porque, en el fondo, no queremos decepcionar, tememos no gustar o nos creemos incapaces de llevarlo a cabo.
Yo elijo gustarme a mí mism@ porque me compensa y, al menos pruebo, antes de decirme que no puedo. También prefiero cuestionarme la fiabilidad de lo establecido. Y la verdad es que me levanto de buen humor y me aguanto mejor, y al parecer la gente que me rodea me disfruta mucho.
Si finalmente eliges no elegir, al menos, no te quejes. Los de tu alrededor te lo agradecerán enormemente.