Si te mintieron o te manipularon de niño, estás condenado a ser engañado.
Si no te reconocieron en la infancia, te costará recibirlo en el trabajo, de la pareja, de las amistades o incluso de tus propios hijos.
Si escondes tu energía para que no te la roben, en la infancia te salvará, pero de mayor te impedirá brillar y disponer de ella para conseguir tus objetivos, para ser tú mismo y vivir tu destino.
Un bebé percibe la realidad de forma más intensa que los adultos y por eso somos traumatizados por sucesos que no recordamos y en muchos casos que consideramos insustanciales.