Una situación habitual de muchas personas es la sensación de tenerlo todo para ser feliz pero no sentirse así. ¿Qué ocurre está ocurriendo dentro de mí?
Ana y el amor. Ana tiene 36 años y tiene todo para vivir una vida plena: inteligente, atractiva y vital. Acude a terapia porque no entiende por qué no es capaz de disfrutar de su trabajo, de su matrimonio, de su hija, de sus amigos, … Siempre está sumida en la tristeza.
BUSCAREMOS EN TRES CONTEXTOS:
¿Cómo se gesta en el Proyecto Sentido?
Su concepción fue vivida por su padre como «un error» y por su madre como un mecanismo para “retener» a su marido.
¿Como le influye en su presente? Cada vez que Ana se equivoca, ella se sume en su proyecto sentido: siente que no debería de existir (la proyección de su padre) y, de manera irracional, tiene unas ganas muy fuertes de morir. Además, el matrimonio finalmente se divorció lo que implica que Ana no logró la misión que le encargo su madre de mantener unida a la pareja. Tras esta decisión, cae en la creencia de que su existencia ya no tiene sentido.
¿Qué ocurrió al nacer o siendo un bebé?
No convivió con su padre hasta casi los dos años porque siempre estaba fuera trabajando y su madre estaba en estado depresivo por lo que apenas le prestaba atención. Esta situación le inoculó múltiples miedos (a la soledad, al amor, al abandono, a la traición, al engaño, etc). En definitiva, se sintió desprotegida y con la sensación de que nadie sostenía su amor.
¿Cuál es el contexto kármico?
Buscaremos en vidas pasadas un gran amor donde ella traicionó o a ella la traicionaron porque los traumas se congelan y se repiten en el presente. En este caso, en una vida pasada, su marido le engañó con una sirvienta y ella se sintió herida en su amor propio y asesinó cruelmente a la criada. Por su acto, fue recluida en una celda húmeda y tratada como una loca. Murió sola y con un tremendo sentimiento de arrepentimiento.
¿CÓMO SOLUCIONAR EL ORIGEN DEL CONFLICTO?
En el Proyecto sentido:
Superando la visión egocéntrica de la infancia por la que los niños tienden a responsabilizarse y a culparse de todo lo que ocurre. El estado anímico que tienen sus padres cuando ella era un bebé, tiene que ver con la relación de pareja que han creado, no con su llegada. Si es capaz de sentir que ambos progenitores la aman y puede entender el gran dolor de su madre ante el desamor, la hipnosis desaparecerá.
Recrear un escenario donde sus padres acogen su amor, suele ser un acto reconfortante.
En muchos casos, padecemos lo que se define como “síndrome de identificación”: Me identifico con un familiar y adopto sus miedos y sus bloqueos, incluso vivo su vida y sus cargas. Me convierto en esa persona para recibir su amor y ser aceptada. Por ello, Ana imita la tristeza de su madre, que si sigue así terminará con su matrimonio para, por fidelidad a su progenitora, revivir el gran dolor que sintió ella al perder a su marido.
Sólo si rompe con este lazo tóxico, puede desligarse de un destino que no desea.
Contexto kármico (Vidas Pasadas):
En terapia, descubre que, en una reencarnación anterior, Ana había matado a su madre. ¿Para qué? Para vengarse. Su madre era la sirvienta que se acostó con su marido, que cuando le quitó la máscara resultó ser su padre en esta vida. Ahora entiende por qué en ocasiones su madre le ha acusado de que le ha quitado a su hombre. Son recuerdos reflejos de otras vidas.
Si unimos ambas reencarnaciones, podemos entender el sentido kármico y equilibrado:
- Ana separó a los amantes y ahora, al nacer, en el nuevo escenario, vuelven a estar juntos pero como matrimonio aunque sigue quedando latente el no amor que sintió el hombre hacia la sirviente que sólo la usaba sexualmente.
- Con Ana, el marido pasado y padre en la actual vida sigue ausente con la misma disculpa: el trabajo.
- La madre de Ana apenas atiende al bebé, no por nada personal, sino porque se mantiene muerta (en estado de depresión), el estado en el que Ana la dejó en otra vida.
¿Todo fruto de la casualidad o quizás de un invisible justicia?
Con esta experiencia, la paciente entiende el sentido de la famosa ley de karma: “No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”. También toma conciencia de que todos los actos tienen repercusión y un aprendizaje.
Para rectificar la culpa heredada de vidas pasadas, buscamos el aprendizaje.
En este caso, la soberbia la llevó a actuar de manera visceral e impulsiva, en lugar de haber tomado la decisión madura de separarse y buscar lo que se merecía. Además se da cuenta de que no sabe tener relaciones desde la igualdad y la independencia emocional. Esta experiencia, en el presente, le ha llevado a anularse por miedo a su fuerza y a su temperamento aunque ahora sabe que ella no tomará una decisión de semejante irracionalidad.
Cuando se pone en el lugar de la sirvienta, se da cuenta de que ella tampoco actuó desde el amor y que en realidad estaba buscando ascender de estatus (quería lo que tenía, no quien era).
Ana entiende que ambas están aprendiendo a amar. En un instante, se ve ambas abrazadas, reconociendo sus errores y agradecidas por sentir la danza que es la vida.