Ser agradecido y poner el foco en las cosas bonitas que te pasan para cargar a tu cuerpo de una sensación de belleza, equilibrio y positividad.
Mímate y prémiate a diario por existir. Dedícate momentos especiales, haciendo planes que te satisfagan a ti o teniendo detalles contigo misma.
Abandona la complacencia. Para gustar a los demás y que nos quieran, hacemos actos que de fondo nos hacen sentir frustrados. El sentimiento de frustración acumula Ira y Tristeza en nuestro interior.
Entiende que el sentimiento de culpa es un mecanismo con el que otros nos manipulan para que hagamos lo que ellos quieren. Por eso, identifica el malestar de la otra persona y no lo hagas tuyo.
Observa tus pensamientos, agradece el afán por protegerte de tu cerebro reptiliano y déjalos ir. Tu cabeza se tranquiliza si comprueba que la has escuchado y has tenido en cuenta su mensaje, aunque finalmente sea desechado.
Identifica lo que sientes en realidad. Tener sueño por no haber dormido bien no es estar triste sino estar cansado. Y si algo no entiendes, déjalo en espera de que cobre sentido pero no acudas a la ansiedad por no tener el control de la situación.
Cambia la filosofía de tu vida. No nos enseñan a ser felices sino que nos preparan para soportar el sufrimiento. Honrar a tu clan y guardarles fidelidad es conseguir alcanzar la plenitud.
Mira hacia dónde vas, no de dónde vienes. Es el único modo de que no te desvíes hacia las rutinas del pasado.
Un tiempo para estar con nosotros mismos y recuperar nuestro centro es una práctica realizada históricamente por las personas consideradas sabias (Por ejemplo, los chamanes). A diario, nos contaminamos de pensamientos y emociones que no nos pertenecen. Así, es difícil saber cómo se encuentra uno en realidad y qué es lo que necesita.
Y si es momento de estar triste, bienvenido. Es un momento de recogida de información. Esta emoción es el mecanismo que el cuerpo usa para forzarnos a hacer un retiro y conectarnos con nosotros mismos. La resistencia provoca la depresión.